PEDRO GRASES Y EL HUMOR / Carlos Maldonado-Bourgoin
29 de septiembre 2009
Interfieren en nosotros ciertos clichés y estereotipos falsos, que dificultan una lectura verdadera de personajes que han dejado huella. Estos clichés predeterminan y predisponen a mucha gente que cree que, para poder estar en el ajo de la historia, no se puede ser humano y cercano, alegre, divertido, y mucho menos persona.
El escritor y académico Rafael Arráiz Lucca en un sentido artículo, pocos días después de fallecer
Pedro Grases, destacó: “Nunca antes había asistido a un entierro como el de Grases. Cuando estábamos alrededor de la urna, ya colocada para descender hacia el sepulcro, uno de sus hijos comenzó a estimular a los presentes para que cada quien expresara sus sentimientos. Lo que brotó fue la maravilla de la vida, la flor de la gratitud, lo mejor de la condición humana. Hechos convividos con el maestro, enseñanzas, recuerdos de su humor inteligente fueron sumándosepara llegar a un punto altísimo, en el que no nos quedaba sino despedir con un caluroso y prolongado aplauso, en medio de risas y llantos, al maestro que celebrábamos”; (R.A.L., “Fraude y cementerio”;. Sobre el referéndum y la muerte de Pedro Grases. El Nacional, Caracas 23 de agosto del 2004, A/6).
Glosaremos sobre esa aura de humor, que envolvió a tantos hombres de psiquis sana y de buen talante espiritual. Pedro Grases fue uno de ellos, y se esmeró bien en cultivar con creces un humor inteligente y esporádicamente irónico: Recuerdo que en la residencia de Grases en La Castellana, en sesión especial de la Academia Venezolana de la Lengua, en la ocasión que lo homenajean yentregan una hermosa placa al Maestro poco antes de su muerte, el poeta Luis Pastori siempre jovial y afectuoso refirió: “Don Pedro me decía que el mejor remedio para los estragos del almanaque eran agua y ajo: a aguantarse y a joderse”.
Continuemos viendo algunas anécdotas celebratorias y humorísticas de y sobre Pedro Grases. Una vez él, al ser preguntado sobre su impresión al llegar a Venezuela, afirmó: “Encontré un país que ríe y llora como nosotros. (Un catalán con alma hispanoamericana)”. En otra oportunidad hacia la misma época dijo: “La reverencia a la vida, es la belleza”, en recuerdo a Albert Schaeitzer. (Nosotros, Lagoven, 1984).
Poco es sabido que en la década de los años 40 Pedro Grases, Abel Vallmitjana, Alberto Junyent entre otros, en su casa de La Florida montaban una parodia humorística del drama religioso fantástico Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Se adelantaron en años a las aplaudidas versiones que nuestro humorista, narrador y periodista Miguel Otero Silva escribió para el Ateneo de Caracas con un lleno hasta la azotea.
De igual modo Pedro Grases despertaba en la gente ciertas pinceladas de humor. Hurgando en papeles viejos encontré dos testimonios que aún conservan su frescor. Uno en el semanario humorístico Fantoches, que fundó el inolvidable Leoncio Martínez “Leo”, y otro de parte de unas jovencitas de bachillerato que le escribieron y publicaron unos versos con ilustración. Veamos:
En Fantoches, semanario humorístico, 20 de marzo de 1948:
Pestolazzi: El Reglamento del Pedagógico provoca un zaperoco secretísimo. Drama sin complicaciones. (Transcripción de la misma enviada por Pestalozzi, nuestro fantasmal redactor).
En esta humorada donde figuran personajes como los profesores Navea, Zamurano, Parodi, Vila, Grases, Cortesía y la popular Maricutana.
– Grases:
Por Dios, vaya usted a saber;
Sus clases lecturas son;
Pero entre mi corazón usted tiene un puestecito
ya que de aquí, muy bendito
le estoy cogiendo un picón”;
(Con infinita alegría
de toda la reunión
y trémulo de emoción habla el joven Coltesía)
Y, la hoy artista plástica y profesora Ana María Olalde junto a María Paneyko y su hermana María Cruz Olalde, 2º Año, Instituto Politécnico Educacional, publicaron estos versos en La Candelita, Tercera Época, Año VIII, Nº 59, Caracas, 25 de junio de 1963.
Cuartetos en loor a Pedro Grases
Pedro Grases, gran maestro
optimista y eficaz
español de “pura cepa”
muy alegre y perspicaz.
De la imprenta sabe mucho
y de los libros también
las Biblioteca le gustan
y las organiza bien.
De Gutemberg nos habló
su invento nos agradó
¡Qué sería del Colegio
sin este gran inventor!
Con bigote y dos lunares
anteojos encuadrados
calvicie de nacimiento
y pañuelos perfumados…
En conclusión, San Francisco de Sales afirmaba: “”Un santo triste es un triste santo”. Nosotros agregamos: “Un humanista grave, es un grave humanista”.Pedro Grases fue todo lo contrario al intelectual almidonado, distante y taciturno.