CENTENARIO DE DON PEDRO GRASES
EL NACIONAL, sábado, 12 de septiembre de 2009
Vida larga, ejemplar y fructífera, la sola lista de sus obras sobrepasaría con creces la extensión de esta página. Pedro Grases (1909-2004) nació en Villafranca de Penedés, Cataluña, y a partir de 1937 vino a Venezuela, donde produjo una obra que sobrepasa la más amplia descripción. De Grases cabe decir, apenas como primera referencia, que fue fi lólogo, historiador, investigador, bibliógrafo, ensayista, crítico literario y un docente ejemplar. Esto comparten los textos de Ildefonso Méndez Salcedo y de Carlos Maldonado-Bourgoin que se incluyen en esta edición: nos sugieren la amplitud y proyección invalorable del aporte que Grases hizo a la cultura venezolana.
Papel Literario
Pedro Grases y la historia de la cultura en Venezuela
ILDEFONSO MÉNDEZ SALCEDO
Debo comenzar estas líneas reconociendo lo difícil que resulta sintetizar, en unas pocas cuartillas, el aporte de Pedro Grases (1909-2004) al estudio y la divulgación de la historia de la cultura venezolana. Ya innumerables autores, tanto de nuestro país como del extranjero, han señalado algunos rasgos de esa inmensa tarea. Conviene recordar que desde su llegada a Venezuela en 1937, el joven Grases ya traía una formación básica y una experiencia inicial en el estudio y tratamiento de los temas humanísticos. Se había recibido, incluyendo los doctorados, en dos carreras (Filosofía y Letras, y Derecho), había empezado su tarea de escritor a los 16 años publicando en revistas y periódicos de su país natal, y había descubierto su vocación docente dictando una cátedra de literatura castellana y catalana, y un curso de lengua árabe en instituciones de Barcelona. Por desgracia, ese camino tan prometedor se vio truncado, como el de tantos otros, con el estallido de la Guerra Civil en 1936 y la consiguiente necesidad de ponerse a salvo con su familia y de reiniciar sus labores en otro suelo. El propio Grases relató las penalidades sufridas y la imposibilidad que representaba tratar de llevar en Venezuela una vida intelectual similar a la de España. Así, no es raro que el joven profesor iniciara de inmediato su aprendizaje de la cultura del país que lo acogió con tanta generosidad. Y los resultados no se hicieron esperar, pues al poco tiempo apareció su primera publicación sobre tema venezolano, titulada Estudios de castellano (1940). A partir de entonces no daría tregua a su preocupación por conocer y difundir las diversas manifestaciones de la cultura nacional.
Muy temprano se trazó el joven autor su programa de acción en Venezuela. En un artículo publicado en 1943 en la revista Surcos, conducida por un grupo de alumnos en el Liceo de Aplicación, anexo al Instituto Pedagógico de Caracas, les llamaba la atención sobre las inmensas posibilidades que ofrecía nuestro país como tema de investigación en cualquier área del conocimiento, de acuerdo con el interés y la futura formación de cada quien, y les colocaba como ejemplo el estudio de la historia de la cultura. Leamos sus palabras: «En la historia de las manifestaciones culturales de Venezuela no hay investigación ni estudio que no suscite infinidad de asuntos nuevos o poco tratados, que esperan los ojos ávidos de quien quiera desentrañar su secreto. En particular, me refiero a la vida de los últimos años de la Colonia y al siglo XIX». Y agregaba: «La historia de las grandes figuras de las letras venezolanas y la de los factores vitales en la cultura del país está aguardando la mano paciente y amorosa de quien se decida a adentrarse en sus existencias, con documentación hasta ahora intocada» (Grases, Obras. Barcelona: Edit. Seix Barral, 1981, t. 1, p. xxix).
Posteriormente, volverá a insistir en el consejo dado a sus alumnos del Liceo de Aplicación, esta vez en un Coloquio de Humanidades organizado en Caracas por la Universidad Santa María, en 1955. Allí criticaba a quienes buscan interpretar los rasgos culturales de la nación venezolana de manera superficial sin adentrarse en el estudio profundo de sus elementos esenciales. Censuraba el que muchos jóvenes sirviéndose del ensayo como género trataran de «llegar al triunfo fácil, dejando de lado el único objetivo, real y válido para nuestra profesión: el placer en el dominio de lo difícil».
Todo lo cual llevaba a la falta de continuidad en el trabajo intelectual, a que cada nueva generación empezara sus labores prácticamente desde cero y a que muy pocas veces se tuviera conciencia de la necesidad de formar escuela. Escribía al respecto: «La tradición vacilante e insegura no deja establecido el capital de cultura que son las empresas en continuo perfeccionamiento a lo largo de un proceso social. De ahí que en este incansable recomenzar, los nuevos estudiosos se ven en la imperiosa necesidad de construirse las propias bases de conocimiento. Estimo de toda urgencia hacer un alto en el camino, proceder a un examen de conciencia general. Preguntarse dónde están, por ejemplo, las colecciones de textos del pensamiento nacional; dónde pueden hallarse las compilaciones documentales de las piezas indispensables para la historia de la cultura; dónde está el acopio de las glosas y las ideas «Desde su llegada a Venezuela en 1937, el joven Grases ya traía una formación básica y una experiencia inicial en el estudio y tratamiento de los temas humanísticos»de quienes han recorrido los temas de análisis de las modernas humanidades; dónde, siquiera, los repertorios bibliográficos o los catálogos de fondos bibliotecarios para asentar en firmes cimientos el trabajo en vía de superación. Quedan sin respuestas estas preguntas y en la imposibilidad de contestarlas está –a mi juicio– una causa de la endeblez de la obra de cultura humanista» (Grases, Op. cit., 1983, t. 13, p. 327).
Ambos consejos, destinados a aquellos jóvenes alumnos del bachillerato y de la universidad, se transformaron muy pronto en el programa de trabajo intelectual seguido por el propio autor en su segunda patria. En ellos está esbozada su preocupación por estudiar los temas fundamentales de nuestro devenir cultural, la presencia y significación de las figuras más notables en el campo de las letras, y los hechos que marcaron la transformación de aquel país desde las décadas finales del siglo XVIII hasta el siglo XX. Igualmente, está presente la necesidad de localizar, ordenar y publicar los materiales indispensables para iniciar el acercamiento y la comprensión de nuestra evolución cultural. Grases se mantuvo fiel a esa preocupación de estudio, como puede verse en la relación de los títulos publicados desde su llegada al país: unas 700 referencias, según la ordenación bibliográfica preparada por Horacio Jorge Becco, distribuida en seis secciones:
- Libros y folletos; II. Ediciones, compilaciones y prólogos; III. Obras en colaboración; IV. Participación en obras colectivas; V. Obras de Pedro Grases; y VI. Obras de referencia.
(Becco, Bibliografía de Pedro Grases. 3a. y 4a. ed. Caracas: s.n., 1987 y 1997).
Una primera ojeada al conjunto de sus escritos nos lleva a establecer el carácter de sus preocupaciones intelectuales en Venezuela: localización, estudio y publicación de documentos; elaboración de obras de referencia; compilación de los escritos fundamentales de nuestros pensadores y hombres de Estado; resolución de algunos problemas de la investigación humanística en Venezuela; necesidad de entender la historia de la cultura en nuestro país como un proceso continuo; identificación y estudio de los rasgos esenciales de nuestro devenir cultural; y, enseñanza y divulgación de los resultados de esas indagaciones. Además de elaborar sus propias obras, Grases colaboró en numerosas iniciativas editoriales de difícil inventario, que son también una muestra fehaciente de su permanente preocupación por ordenar la documentación venezolana. Veamos algunos casos entre los más conocidos: Obras completas de Andrés Bello, Obras de Juan Germán Roscio, Escritos de Simón Rodríguez, Pensamiento político venezolano del siglo XIX, Obras completas de Rafael María Baralt, Gazeta de Caracas, Obras escogidas de Agustín Codazzi, Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX, Escritos del Libertador, Obras de Manuel Segundo Sánchez y otros. Un esquema de los principales aspectos estudiados por el autor durante más de siete décadas de labor intelectual, podría reducirse, en lo esencial, a las siguientes líneas temáticas:
- Andrés Bello: formación en Caracas y primeras producciones escritas; redactor de la Gazeta de Caracas y del Calendario manual y guía universal de forasteros en Venezuela para el año 1810; identificación del Resumen de la Historia de Venezuela como escrito de Bello; significación intelectual de sus tres etapas vitales (Caracas, Londres y Santiago de Chile); relación con personalidades coetáneas (Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Bartolomé José Gallardo, José María Blanco White y Juan María Gutiérrez); estudios sobre la poesía épica medieval castellana y en especial el Poema del Cid; retratos del humanista; tradición bellista en Venezuela durante los siglos XIX y XX; empresas periodísticas de Bello; bibliografía del autor y sobre el autor; trabajo de la Comisión Editora de las Obras Completas de Andrés Bello y de la Fundación La Casa de Bello.
- Preindependencia y emancipación: conspiración de Gual y España (1797) e influencia de su ideario en los hombres de 1811; vinculación de este movimiento con la conspiración de San Blas (1796); localización, inventario y análisis de los textos de la conspiración; noticias sobre obras relativas a Venezuela escritas durante el período (Alejandro de Humboldt, Francisco Depons, Manuel García de Sena, William Duane y Richard Bache); personalidades de la época (Antonio José de Sucre, Carlos Soublette, Daniel F. O’Leary, Cristóbal Mendoza y otros).
- Simón Bolívar: archivo del Libertador, parte manuscrita y ediciones de documentos en los siglos XIX y XX; piezas fundamentales del ideario bolivariano (Carta de Jamaica, Discurso de Angostura, Proyecto de Constitución para Colombia en 1819, Mi delirio sobre el Chimborazo y Proyecto de Constitución para Bolivia en 1826); manuscritos del Resumen sucinto de la vida del general Sucre; formación intelectual del Libertador; hitos principales de su ideario; relación con personalidades de la época (Andrés Bello, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, Daniel F. O’Leary y otros); edición de los Escritos del Libertador.
- Tradición humanística en Venezuela (siglos XVIII y XIX): significación de la vida y la obra de aquellas personalidades que contribuyeron con sus ideas y su trabajo a la comprensión de la cultura hispanoamericana y, en particular, de la venezolana (Francisco de Miranda, Miguel José Sanz, Juan Germán Roscio, Simón Rodríguez, Andrés Bello, Manuel Palacio Fajardo, José María Vargas, Domingo Navas Spínola, Juan Manuel Cagigal, Fermín Toro, Juan Vicente González, Rafael María Baralt y Cecilio Acosta).
- Instituciones y nombres del siglo XIX: compilaciones de- dicadas a la historia del periodismo, al pensamiento político, a la trayectoria de las finanzas públicas, a la actividad de la Sociedad Económica de Amigos del País, a las Fuerzas Armadas; traducciones de interés político-cultural en la época de la Independencia; actividad desplegada por algunos escritores españoles e hispanoamericanos en Londres (1810-1830); proyectos y actividades específicas; libros y autores de esa centuria (Agustín Codazzi, Andrés Bello, Juan Vicente González, Rafael María Baralt, Rufino José Cuervo, Francisco Michelena y Rojas, James Mudie Spence, José María de Rojas, José Martí y otros).
- Intelectuales del siglo XX: revisión del aporte a la cultura hispanoamericana y nacional por numerosos intelectuales (Manuel Segundo Sánchez, Ramón Menéndez Pidal, Vicente Lecuna, Luis Correa, Carlos y Augusto Pi Sunyer, Santiago Key Ayala, Fernando Paz Castillo, Julio y Enrique Planchart, Augusto Mijares, Mariano Picón Salas, Rafael Caldera, Miguel Batllori, Ramón J. Velásquez, Manuel Pérez Vila, Agustín Millares Carlo, Arturo Uslar Pietri y otros). Es una muestra de la relación de Grases con algunas figuras de la investigación humanística en Europa, América y Venezuela.
- Historia de la imprenta en Venezuela: establecimiento en Caracas y evolución durante los siglos XIX y XX; estudio del período 1808-1812; inventario de los impresos localizados (libros, folletos, periódicos y hojas sueltas); resolución del «primer problema bibliográfico» del país, surgido con la Descripción exacta de la provincia de Benezuela (Valencia, 1764); «imprentas de camino»; trayectoria de la Gazeta de Caracas (1808-1822); impresos de Angostura (1817-1822); la Constitución de Venezuela de 1811; labor desarrollada por Valentín Espinal (1803-1866).
- Investigaciones bibliográficas: compilaciones y estudios bibliográficos sobre diversos temas (Arístides Rojas, sesquicentenario de la independencia de Venezuela, período emancipador en los países grancolombianos, literatura venezolana, siglo XVIII, 19 de abril de 1810, Antonio José de Sucre, Congreso de Panamá y Real Compañía Guipuzcoana); a lo cual deben sumarse las reflexiones del autor en torno a la investigación bibliográfica en Venezuela.
- Ensayos y reflexiones: estudios sobre léxico, gramática y lenguaje; evolución de la literatura en Europa y América; necesidad de fomentar la enseñanza de las humanidades en Venezuela; significación de la cultura hispanoamericana; producción intelectual en Venezuela; Eugenio Mendoza y su labor filantrópica; prólogos y presentaciones a libros ajenos.
- Escritos en catalán: Grases empezó a publicar en su lengua natal desde 1925, lo cual no dejó de hacer, a pesar de vivir y trabajar en Venezuela. Sus preocupaciones al respecto han sido diversas y concomitantes: relación entre Cataluña y América; personalidades que ejemplifican esa relación (Mariano Martí Estadella, Mariano Cubí Soler, Manuel Rivadeneyra, Félix Cardona Puig, Manuel Milá Fontanals y otros); noticias del Penedés (historia, folklore, mercado y vino); evocaciones vilafranquinas (prensa, institutos de educación, personalidades y amigos); páginas de expansión literaria; reflexiones de juventud. Termino estas palabras, que son sólo un breve acercamiento al tema, recordando que el valor de la obra realizada por Pedro Grases en Venezuela ha sido proclamado por los principales analistas de nuestra cultura. En el fondo todos coinciden en varios puntos esenciales: el carácter monumental de su trabajo, la preocupación por localizar y difundir los testimonios de nuestra evolución, la persistencia y constancia en las tareas de investigación, la labor pedagógica y de divulgación desarrollada tanto en el país como en el exterior, su espíritu de servicio y la buena voluntad puesta en la ejecución de tantas iniciativas. En fin, el despliegue de una inmensa tarea que le ha dado renombre a este catalán-venezolano, hoy leído con atención, y mañana, es decir, en los próximos siglos, perdurable con toda seguridad.
(Fotografía de Enio Perdomo)